El silencio no es incomunicación y lo dice alguien que, la mayoría de veces, no puede parar de hablar, que se muestra incapaz de aprender a callar.
Esto que por fin escribo por aquí es un acto más de un bocazas empedernido al que le gustaría tratar de diferente manera al silencio; el silencio le gusta pero le da miedito a pesar que sepa que se pueden decir miles de cosas con silencio más allá de sencillamente no decir nada, lo cual también está de puta madre. Es la famosa incomodidad del silencio, el "ha pasado un ángel": lo hemos leído en algunas novelas, lo hemos visto en alguna peli o en alguna serie y ya se ha convertido en una perogrullada sobre la que no hace falta insistir, pero a mí me sale insistir precisamente AHORA cuando menos silencio escucho a mi alrededor y más falta hace. Y ¿quién cojones soy yo para decir que lo que precisamente más falta hace ahora, con la que está cayendo, es silencio?, pues a mí me hace falta y si a mí me hace falta pues no me corto en escribir que le haría falta a todo el mundo: escribir nos hace osados, es mi puto blog y para eso está, para obedecerme en la escritura. Tampoco quiero explicarme mejor porque no quiero convencer a nadie, no busco hacer pensar, ni siquiera busco agradar (ya estoy harto de tal tiranía), solo busco escribir mis cosas idiotas por aquí y por fin, me hace sentir mejor.
NO importa el motivo, no importa la gravedad de lo que pase, nada importa lo suficiente para que nada merezca un poco de silencio, un poco de silencio humano (los pajaritos que ahora oímos en la ciudad que sigan trinando). Y que quede muy claro: SILENCIO NUNCA ES OLVIDO, es solo un Reflex para los dolores.
NO importa el motivo, no importa la gravedad de lo que pase, nada importa lo suficiente para que nada merezca un poco de silencio, un poco de silencio humano (los pajaritos que ahora oímos en la ciudad que sigan trinando). Y que quede muy claro: SILENCIO NUNCA ES OLVIDO, es solo un Reflex para los dolores.
Un balcón (eso tan de moda estos días), de noche, una pareja. Tienen una historia como todas las parejas (como igualmente la tienen como hombre y como mujer y no como pareja) pero es una historia que no importa. Lo que veremos ha venido provocado por algo que ha pasado en ese día que termina, pero tampoco importa. Un cigarro compartido; un intercambio de miradas combinadas con puro silencio; un gesto casi infantil que acaba en un grito sordo de rebeldía y llueven las botellas y al final ese perro que ladra y que es el mismo perro de siempre, de cualquier lugar, con idéntico ladrido.
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