martes, 31 de marzo de 2020

CEJAS O LLAMARME IDIOTA (ya avisé que la mayoría de todo esto eran idioteces)

Llamarme idiota pero desde pequeño que me ha sorprendido el puro acto de simpleza que es conseguir que dos puntitos y una rayita —con diferentes grados de inclinación o torsión— den sentido expresivo a toda una cara.


Estos de aquí son Legos. En los de la izquierda tenemos al alegre (arriba) y al preocupado o serio abajo (preocupado o serio pero no triste diría yo). Los de la derecha, tienen los dos una sonrisa pero les han añadido un elemento más, las cejas, que consiguen que el de arriba yo lo vea como un tipo contento, alegre (como su colega de la izquierda) pero un poco cabrón, como si lo que ha tenido que hacer para provocar su contento haya sido seguro una buena cabronada, seguramente por las cejas inclinadas hacia abajo que deben denotar, no sé... que es una persona calculadora y que su hijoputismo le hace disfrutar. El de abajo tiene las cejas inclinadas hacia arriba y la cosa cambia, yo lo veo como un tipo que está contento pero forzado, finge su contento como muchos hacemos (yo mínimo 8 horas diarias) pero no engaña a nadie, todo el mundo se da cuenta pero nadie le pregunta por qué finge, a nadie le importa.



Toda esta tontería lo que provoca una vez más en mi vida (en nuestras vidas) es que tenga que hacer una nueva búsqueda en Google. Igual hay toda una ciencia detrás que yo seguramente desconozco, como desconozco muchísimas ciencias, pero antes de ensayar diferentes búsquedas relacionadas con cejas recuerdo que yo para nada he sido de Legos, me pillaron algo mayor, yo era de Clicks de Famobil (hoy Playmobil) y me surge una nueva duda. Busco y veo que sus caras siempre estaban sonrientes. Esta es su cara estándar, de felicidad perpetua.
Pero Ohhhhh sorpresa, encuentro que para romper con la cara felicidad y buscar otro carácter también emplean las cejas, solo hace falta ver la cara del click William Wallace.


Seguramente esto de las cejas tiene una explicación sencilla que todo el mundo conoce, pero estoy muy acostumbrado a vivir despreocupado de lo que todo el mundo conoce; no lo hago a propósito, me sale por inercia, así que continuo con el Google y veo esto (no escarbo demasiado en los resultados, 20minutos me vale, tampoco flipemos):

Y puedo leer:

Al parecer, las cejas encierran un fuerte significado social porque además de embellecer o afear notablemente nuestro rostro, también tienen una fuerte carga emocional, y son las responsables de maximizar y regular la expresión de nuestras emociones.

Una investigación realizada por la Universidad de Lethbridge en Canadá ha analizado el rol que desempeñan las cejas en el reconocimiento facial con unos resultados sorprendentes, y es que los datos obtenidos son concluyentes: ni los ojos, ni la boca, las cejas son la parte más importante del rostro


(¿La Universidad de Lethbridge en Canadá?, qué rabia me da cuando escucho el nombre de una ciudad que no sé ubicar en un país que siempre ha sido de mis favoritos, aunque no es ni de las 20 ciudades más pobladas de Canadá).

Las cejas son el código de barras del rostro dicen los de Lethbridge (el gentilicio, o demonym en inglés para los habitantes de Lethbridge es Lethbridgians, precioso), incluso hacen un experimento en el que verifican que la gente es capaz de adivinar más rostros de famosos sin ojos que sin cejas. Mirar a Nixon y a Winona Ryder.



Cada año voy al pueblo unos días. Cojo la bici y soy feliz. Zigzageando de placer por una carretera solitaria llego un pueblecito que tiene una bonita iglesia y un campanario precioso al que siempre voy a ver y fantaseo con que se alegra de verme porque le veo cara de sorpresa:

— ¡¡¡¡OHHH otro año más has vuelto!!!



No he podido evitar probar con las cejas: 

— ¡¡¡¡Otra vez aquí puto urbanita de mierda!!!. ¡¡No me hagas fotos!!!!.




— ¿Volverás mañana?.





lunes, 30 de marzo de 2020

LA FAMOSA INCOMODIDAD DEL SILENCIO


El silencio no es incomunicación y lo dice alguien que, la mayoría de veces, no puede parar de hablar, que se muestra incapaz de aprender a callar.  

Esto que por fin escribo por aquí es un acto más de un bocazas empedernido al que le gustaría tratar de diferente manera al silencio; el silencio le gusta pero le da miedito a pesar que sepa que se pueden decir miles de cosas con silencio más allá de sencillamente no decir nada, lo cual también está de puta madre. Es la famosa incomodidad del silencio, el "ha pasado un ángel": lo hemos leído en algunas novelas, lo hemos visto en alguna peli o en alguna serie y ya se ha convertido en una perogrullada sobre la que no hace falta insistir, pero a mí me sale insistir precisamente AHORA cuando menos silencio escucho a mi alrededor y más falta hace. Y ¿quién cojones soy yo para decir que lo que precisamente más falta hace ahora, con la que está cayendo, es silencio?, pues a mí me hace falta y si a mí me hace falta pues no me corto en escribir que le haría falta a todo el mundo: escribir nos hace osados, es mi puto blog y para eso está, para obedecerme en la escritura. Tampoco quiero explicarme mejor porque no quiero convencer a nadie, no busco hacer pensar, ni siquiera busco agradar (ya estoy harto de tal tiranía), solo busco escribir mis cosas idiotas por aquí y por fin, me hace sentir mejor. 

NO importa el motivo, no importa la gravedad de lo que pase, nada importa lo suficiente para que nada merezca un poco de silencio, un poco de silencio humano (los pajaritos que ahora oímos en la ciudad que sigan trinando). Y que quede muy claro: SILENCIO NUNCA ES OLVIDO, es solo un Reflex para los dolores.  

Un balcón (eso tan de moda estos días), de noche, una pareja. Tienen una historia como todas las parejas (como igualmente la tienen como hombre y como mujer y no como pareja) pero es una historia que no importa. Lo que veremos ha venido provocado por algo que ha pasado en ese día que termina, pero tampoco importa. Un cigarro compartido; un intercambio de miradas combinadas con puro silencio; un gesto casi infantil que acaba en un grito sordo de rebeldía y llueven las botellas y al final ese perro que ladra y que es el mismo perro de siempre, de cualquier lugar, con idéntico ladrido.