miércoles, 2 de agosto de 2023

MODEHAUS

 Más de seis meses sin entradas en este mi humilde sumidero de cosas simples.

 Hace bastantes días que NO tengo excusa vital (de vida) para no escribir pero, joder, se juntan varios de mis lloriqueos:

1.La relajación tras un periodo ajetreado me hace agudizar mi tendencia a la absoluta vagancia pero, por otra parteel NO escribir algo sin tener excusa, hace que, cuando acaban algunos días, la mariposilla del estómago me avise: eres un mierda, para una cosa tuya, absolutamente tuya que tienes... 

2.A veces escribiendo por aquí, he tenido algún momento de victoria sobre mis dudas (¿qué sentido tiene?, ¿lo lee alguien?, y, si me leen ¿qué pensarán de mí?, ¿a quién coño le interesan estás mierdas?...) pero, por otra parte, al no escribir desde hace tiempo, he olvidado esos pequeños momentos de victoria y las dudas se muestran creciditas como un matón de colegio al que nunca se le rebotaba nadie y que votó a Vox las pasadas elecciones pensando que sus procesos mentales de ameba son de homínido tocado por el dedo de alguna deidad. 


La excusa vital (de vida): he estado absolutamente enfrascado en fijar mi ≪tranquilidad≫ laboral mediante un apasionante proceso de selección competitivo llamado concurso oposición. Seguramente no será la panacea de nada (he utilizado muchísimo durante mi vida el tema del trabajo como excusa number one para múltiples cosas, por ejemplo no escribir más seguido) pero llegado a una cierta edad ya no me apetece sentirme más como un colocador manual de lonchas de pechuga de pavo cocida en bandejitas, no sé si me explico.  





258 palabras creo que son suficientes como paja mental de inicio para fracasar justificando tantos meses sin escribir por aquí. Al fin y al cabo, nadie lo habrá echado de menos, ni siquiera yo de manera imperativa, aunque sí mariposeante.


Lo que peor he llevado durante la competición por mi ≪tranquilidad≫ laboral, no era tanto la incógnita del resultado final sino precisamente eso: la competición. Leo que la competividad es algo genético, pero yo me recuerdo siempre rehuyendo cualquier cosa que oliera a competición, soy un bonobo:


≪ Los investigadores entregaron a chimpancés (Pan troglodytes) y a bonobos (Pan paniscus) unas bolas de algodón humedecidas en dulces y caramelos. Después, recogieron muestras de saliva de los monos y midieron los niveles hormonales antes y después de que se les presentara una pila de comida a parejas de ejemplares de ambas especies.

Los científicos comprobaron que los machos de ambas especies que eran intolerantes y no querían compartir su comida con sus semejantes mostraban cambios hormonales al anticipar que tenían rivales por la comida. Sin embargo, la forma en que se incrementaron las hormonas fue distinta para los bonobos y para los chimpancés:

A los chimpancés les aumentó la testosterona, que prepara al animal para la lucha o la agresión. Por el contrario, los bonobos mostraron un incremento del cortisol, asociado al estrés y la pasividad.«Los chimpancés reaccionan a la competencia como si ésta fuera una amenaza a su estatus, en tanto que los bonobos lo hacen como si fuera una situación estresante», explica Victoria Wobber, de la Universidad de Harvard y autora principal de la investigación≫.

Durante los meses de «competición» no he podido leer, no pasaba del segundo párrafo de nada, incluso, en las cimas de la desesperación (lo siento, Cioran), lo he intentado con esto que me encontré en el banco de un parque:



No he disfrutado escuchando música, ningún género de música, ni siquiera del ser celestial (en este blog el ser celestial es J.S.Bach). Todo me agobiaba casi al instante, así que la ≪competición≫ por la tranquilidad laboral me tuvo sumido en un estado autómata en el que sólo entraban en mi cabeza los datos que necesitaba para competir y la incertidumbre del futuro si no conseguía clasificarme entre los primeros puestos.

Con la persona que ha escogido vivir conmigo, con el ánimo de desconectar un poco, fuimos a una exposición y descubrí este cuadro:



Feliu Elias, «La Galería» 1928. La mirada seria y melancólica del personaje del cuadro, pero a la vez de una profunda tranquilidad, me hicieron pensar que, quizás, en determinados momentos, en determinados estados de ánimo, mirar por ventanas era un maravilloso ejercicio: mirar la vida sin participar en ella. Empecé una pequeña obsesión: buscar cientos de cuadros o ilustraciones de personas que miran por ventanas o balcones:










Quise ser uno de ellos y aunque mil balconcito no da a la calle, podríamos decir que la vista es más que aceptable y pasan más cosas de las que parece: pájaros en continuo movimiento, perros que se pelean con otros perros cuando sus dueños los pasean en el pequeño espacio verde, observar fijamente algunas de las estatuas de Buda del patio de abajo y ver cómo le cambia el semblante según la hora del día (juro que es verdad) , buscar formas en las manchas de humedad del muro...




Todo muy bien hasta que te cansas, como siempre. La potencia devastadora de lo que tienes en la cabeza arrambla con todo. Aun así no me di por vencido y seguí con las ventanas, quizás no tanto como practicante pero sí como coleccionista. 

Recordé que en el mercado de segunda mano de referencia en mi ciudad, hay puestos en los que venden fotografías antiguas, sacadas de casas «vaciadas» por la muerte de sus propietarios y sin que haya nadie que se quiera quedar con sus pertenencias. Fotos de bodas, bautizos, comuniones, reuniones familiares, vacaciones...fotos olvidadas que acaban en una bandejita a 0,50€ la foto (carísimo me parece). Rebusqué en muchas bandejitas buscando personas mirando por ventanas o balcones, pero parece que los actos introspectivos no son dignos de ser fotografiados y no encontré nada que se pareciera a lo que buscaba. En todo caso, sí vi una foto que captó mi atención en la que se veían ventanas:





La foto capta un instante sin más pretensión, ni siquiera artística diría. Me recordó mucho a una peli que vi hace algún tiempo en la que no pasa absolutamente nada, filmada en la calle en la antigua Unión Soviética:

https://m.filmaffinity.com/es/film176303.html


A partir de la foto, se me metió en la cabeza descubrir la ciudad en la que se había tomado. En la parte de atrás de la foto no había nada que indicara procedencia, solo la marca del papel fotográfico:




Regton, Regtor, Degtor, Degton... no he encontrado nada.


MODEHAUS, se puede leer en un comercio a la derecha, tienda de modas en alemán, imposible de localizar con solo ese dato (¿qué les hubiera costado poner, por ejemplo, MÜLLER MODEHAUS?, hubiese tenido más posibilidades). Imposible ver las matrículas de los coches y la moto en primer término, pero sí, he localizado el modelo del curioso coche monoplaza que se ve sobresaliendo de la parte de atrás del coche en primer plano:




Es un Bmw Iso Isetta comercializados a partir de 1959 hasta 1963, con lo cual ya podía situar cronológicamente la foto:



Estuve varios días intentando situar algunos elementos de la foto. Hay un señor que lleva colgada lo que parece una cámara fotográfica, lo cual me pareció de lo más intrigante; como si fuera el verdadero protagonista de ese instante, como si la persona que hizo la foto quisiera fotografiar al fotógrafo que cruza, sin ninguna precaución (no parece haber paso de zebra)  en medio de un tráfico que tampoco parece controlado por semáforos (de hecho, el pequeño monoplaza va directo hacia él).



Hay una fuente a la izquierda, con chorros de agua que salen de lo que parecen leones:


He buscado por la Red, incluso utilizando alemán. A veces, cuando miraba lo que tenía que mirar e intentar que se me quedara en la cabeza para superar «la competición», no me podía concentrar y volvía a mirar la foto por si se me había pasado algún detalla, pero el día clave de «la competición» se acercaba y le pedí a la persona que ha escogido vivir conmigo que escondiese la foto. 

«La competición» ha acabado con buen resultado para mis intereses y ahora me doy cuenta que la foto me ayudó bastante para comprender que pasara lo que pasara siempre me quedaran estas tonterías, que, sin ánimo de demasiado, comparto con los que me lean. Sigo sin saber dónde se hizo la foto, aunque seguiré investigando (animo a los que me leen a hacerlo). 

Durante la investigación me he dado cuenta, o me he querido dar cuenta, que en una de las ventanas, lo que parece una sombra, puede ser una de mis personas que miran instantes de vida.